domenica 17 maggio 2015

Una sonrisa a la vida

No nos amábamos o quizás lo hacíamos, pero eso no importaba. ¿A caso algo importa cuando puedes ser sincero sin miedo?, como si uno tendría que preguntarse si eso que siente, que lo despierta con la sonrisa en el rostro y le regala sueños, los más bizarros pero también los más hermosos, es precisamente el amor. Como si no estuviese uno demasiado ocupado de la mano o de la cintura o de sus ojos tendido y por su alma acariciado, como si uno no intentara dar todo lo que tiene, c...omo nunca antes hubiese pensado y cada vez se sientiera más dichoso y lo espectacular de la alegría que es por fin valer, no impregnase cada recodo de la existencia.
No preguntábamos mucho, la verdad nos pasábamos la mitad de nuestras vidas haciendo el amor, inmortalizando a cada momento esas cosas simples de las cuales estamos realmente hechos, priorizando un suspiro, unas lágrimas de alegría, una desnudez impecable, un pudor inocente, un sudor reprimido y dos cuerpos tendidos en eso que muchos han querido llamar paraíso. Lo demás del tiempo lo dedicábamos a nuestros hobbies, los suyos se convirtieron en los míos, los míos fueron los suyos, y aunque a veces salíamos para demostrarle al mundo que la felicidad existe, no había mejor lugar que nuestro lecho. Nos amábamos ¿o no?, tal vez no suceda otra vez, o me estoy equivocando, o el amor es más, pero ¿a caso importa? Si sonreímos por sensateces, si bebimos de la alegría, ya es suficiente y más.

sabato 2 maggio 2015

Después de Luna y de sus verdugos

A Luna siempre le han gustado mis labios en su espalda, en sus labios y en su sexo. Ella jamás agradece y cuando me hace el amor, lo hace de tal modo, que pareciera que en verdad me ama. Yo le pregunto a veces, mientras fantasticamos bajo las sábanas, si no existe rencor o remordimiento, en ese corazoncito que parece tan bondadoso o en esos ojitos que no saben mentir; ella me dice que la venganza es una estupidez que han creado los débiles y que si su alma, concebiera, su amor por mí, como una especie de repudio a su novio, sería la primera en terminar con ambos, y eso es algo que yo no quisiera, porque la deseo a cada instante, y no me importa nada más cuando la recuesto en mi pecho y juego con sus cabellos, pensando en futuros utópicos y en caminos largos con finales felices. A veces me he preguntado, si acaso él, viéndola en desnudez, se deslumbre a cada respiro y ame la belleza inmortal que está rozando este mundo, una vez más por-que-sí, porque ella quiere y porque se lo puede permitir; a veces le escribo y me basta una mirada para lograr páginas y páginas de derroche de amor y de placer, a veces también la dibujo: sus curvas, mis trazos y un éxtasis en la habitación; a veces quisiera ser solo yo, y luego me convenso, estúpidamente, de que soy mejor amante que novio, aseveración frecuente, de acuerdo a mi experiencia y de la cual no puedo escapar; a veces sé solamente que me gustaría pasar el tiempo que no paso a su lado, junto a ella, y escapo a la calle a llorar, y el cielo llora conmigo, y sin buscarla la busco, y sin verla la observo, un poco en todas partes, un poco en mis charcos y en el humo del cigarrillo que se escapa y jamás regresa, y temo, temo que también como el humo, ella se dé cuenta de que algo anda mal, y me deje, cansándose de jugar conmigo y con él. Luna es excepcional, es extrovertida e inteligente, le gusta bailar y beber, y también ser muy directa. Luna al principio me contaba de él, tenían muchos problemas, yo nunca quise entrometerme, pero eramos frágiles. La primera vez que nos amamos, yo y Luna, ella la quiso olvidar y me quiso desechar por miedo o qué sé yo, y yo ya estaba acostumbrado, pues mi egocentrismo que tanto aman al principio, siempre terminan odiándolo, por eso estaba preparado, pero no, alguna verdad le contó el viento y la trajo de vuelta a mí en una tarde gris de otoño; llorando me había dicho cuánto había odiado pecar pero al mismo tiempo me contó que no podía sacarme de su mente, yo le invité vino tinto, ella a mí sus caricias y así comenzó lo demás. La sociedad nos había hecho creer que somos malos, su familia no le permitía amar a alguien más y su rutina la había alimentado durante años hasta hacerla creer que no puede vivir sin él, pero todo esto eran más hipocresías que razones, era no querer ser juzgada y no querer huír de la costumbre -como si fuese una anciana-, y a estos males, yo los comprendo a pesar de no ser europeo, porque soy inteligente, y sin embargo quisiera mandarlos a la mierda y vivir con ella a solas, lejos de todo y de todos, pero de esta historia soy yo el tercero, el fácil de botar, el suplente de suplentes, un simple servidor, la verdad de su alma, la caricia que la enciende, los sueños de despedida y la canción que ha de recordar con mi mirada.

venerdì 1 maggio 2015

El cinismo más grande de la humanidad

Mientras más creces, cada vez, más veloces son tus días y se van, como todo, se van, pero no regresan. De pronto, lo que creíste haber vivido hace solo unos meses está realmente tan lejano por allá, años atrás y comienzas a preguntarte, por qué no tienes recuerdos más vecinos, y comienzas a preguntarte, sin en verdad lo que estás haciendo sea vivir. Las cosas dejan de saberte a lo mismo: la ilusión es más razonable, las deducciones son el pan de cada día y todo, todo es tan rutinario aunque no lo aparente, aunque día a día trates de comportarte distinto, aunque tus metas cambien a cada paso, todo se ha convertido en una monotonía absurda y gris. ¿Qué hacemos para escapar?, nada, intentamos ser felices por hipocresía, de una manera u otra, nos creemos la banalidad del "ser positivo" y engañamos a nuestros corazones, haciéndonos creer que esta mierda de existencia no se corrompe, haciéndonos creer que todavía los eventos valen lo mismo que hace unos años, y que ilusos somos, engañando a nuestra conciencia y sonriendo con reproches. Pero esta mentira no es tan fuerte, los resultados son tangibles, se ven en todos lados, nos aburrimos de todo tanto que comenzamos a envilecer nuestras mentes, por eso el estrés, la anciedad, la infidelidad, los suicidios, la irracionalidad, por eso un semblante distinto a cada día, más sumiso, más triste, más común y más adolorido, por eso unos envejecen rápido, por eso otros no soportan la realidad botándose de lleno en la fantasía de la locura y por eso mismo, muchos se dedican a la Maldad como profesión irrevocable. Y en esta existencia, ¿quién somos nosotros para decidir lo que debe de sucedernos?, si estamos tan sujetos, tan esclavizados, tan amedrentados por un motor de cinismo que se llama Sistema y que nosotros mismos hemos creado por ociosidad y al cual estamos tan ligados, que preferimos sufrir la condena por la eternidad que acabar de una vez con todo esto. Ahora nos preguntamos de manera arrogante si sabemos el significado de Felicidad y la verdad es que la divinidad de esa palabra repercute en mundos ajenos a los nuestros, pues como el Amor, a ambas las creamos con el afán de ser algo Más desde el principio y no hemos conseguido más que ser Menos, y cada día nuestra involución absorve nuestras modalidades de almas, y cada día somos menos pasión y cada día somos más estupidez, y cada día erramos más en un abismo, continuando en la miseria más esta absurda manía de vivir, porque sin duda alguna, Vivir se ha convertido en la mentira más grande de la historia.