Desde los más recónditos rincones miraflorinos, desde los antiguos y vistozos cafés barranquinos, incluso desde los edificios pálidos del ex-tan-aristocrático centro limeño, en fin personas de todos los alrededores asistían como al teatro o al cine esta vez al parque María Reiche, a estos tantos, se les adherieron varios transehúntes que iban al trabajo, los ciclistas amantes del medioambiente y la gente de mediana edad que suele hacer footing por las mañanas, ya que en cuanto veían el tumulto de gente emocionada, se acercaban como encantados por un hechizo, ¿de qué se tratará?, se preguntaban, la curiosidad mató al gato se les podría decir pero no, pues no lo mató, porque enseguida, preguntando, se dieron cuenta de que lo que verían, sería un evento que ningún peruano, italiano, francés, mundano, cristiano, alien, zombie, homomorfo (aunque esta palabra no exista), etc. debería de perderse.
Paco pasaba en un vehículo muy parecido a una motorino (util, sobretodo, para ir a su trabajo de medio tiempo en la cadena de restauranes Chillis, además de eficiente para cortar caminos hasta su universidad, que quedaba entre los límites de San Miguel y Jesús María), admirado al ver la multitud pensó en detenerse a curiosear también él, aunque una duda corría por su mente, puesto que si se detenía a mirar, a parte de llegar tarde allí en donde las hamburguesas son el pan de cada día, podría también caer en una decepción, la gente se maravilla de estupideces pensó, quizás algún cantante chicha o una pareja de la farándula choliwoodense discutiendo, entonces un pensamiento lo llevó a otro, y el otro a otros, infiriendo por una locura de su imaginación que la dama de la posible pareja lorcha podría haberse querido suicidar (después de todo había una gran vista de alcanze inmediato), se interesó así cada vez más en el asunto y cuando estaba por terminar su recorrido con vista al parque, se decidió por volver a chismear lo que todos ya estaban chismeando, siempre, claro, con el pensamiento de que si es un estúpido chichero tendría que darse un par de autogolpes (no tenía idea de cómo), aparte del gritón que se ganaría de su jefe POR LAS PURAS.
Todos los asistentes del María Reiche, en ese momento se disponían a mirar una esquina imaginaria, precisamente, pasando la barrera de cabezas, después de esa imitación del mono nazqueño, pero, por qué, la incógnita casi lo obligó a ser resuelta, arrastrándolo a dejar su motorino mal estacionada. Enseguida, pasos certeros, nada delicados, el permiso entre la gente, las disculpas de vez en cuando, hasta llegar a donde estaba más condesado el asunto, entonces al llegar a su posible meta, suelta la pregunta, al mismo tiempo su vista hacía ciertos esfuerzos que no lo ayudaban a diferir entre ¿el cantante chicha o una estatua?, ¿paracaídismo, parapente?, a caso, ¿recital?, sucidio, sí, por fin suicidio y estas cosas sí que le habrían de intersar, el único problema realmente filosófico en la vida, ¿o era el único real problema de la filosofía?, mientras le respondían tres o cuatro voces a la deriva que decían, él es Fernando Faith, pero quién era Fernando Faith, ¿el chichero?, ¡rayos!, ¡centellas! y lo demás, mejor me voy, pensó, pero antes de que exprese su queja verbalmente y se vaya, algunas otras voces por ahí dijeron, ¡se va a tirar!, y denuevo a su mente, el suicidio, y una pequeña sonrisa pintó el gris que hace un segundo había demostrado su rostro, por ahí se le ocurrió que no era un suicida cualquiera sino un suicida famoso, no pasó mucho para que su ignorancia sea iluminada, puesto que la gente habla, y es así que tenemos los cuentos, y es así que en algún momento tuvimos la poesía, mucho antes que el lenguaje escrito, entonces solo dos minutos después había casi reunido las piezas del rompecabezas biográfico del suicida en potencia, resultaba pues que Fernando Faith era un escritorsucho (este menosprecio era típico de Paco) de libros de apoyo, autoayuda, en fin, una estupidez confrotándolo a los clásicos que Paco solía leer, convenciéndose una vez más de que el Perú es estúpido y más aun, la Norteamerica por haber hecho famoso a un tal fantoche de gran densidad, pero eso no era todo, en el fondo había un poco de envidia, porque él nunca pudo vender un libro, una especie de odio sofisticado a esos bestseller que para su mente son absurdos y repetitivos, cero prosa, cero vida, cero importancia, deberían de matarlos a todos, pensaba, mientras se completaba la biografía con esquemas en su mente, escritor frustrado, no ese soy yo, escritor exitoso, escritor de "Dolor, la otra cara de la cobardía", escritor de "Dios es fuerza, fuerza es yo", entre otros nombres que parecían más que estúpidos imponentes de consejos un tanto peculiares, aplicables a algunas vidas, más no a todas, y qué diría Vallejo, le mandaría un heraldo y bueno, lo demás, Fernando Faith había nacido en La Victoria, en un barrio en el que diez familias compartían un caño y por supuesto, los negros odiaban a los cholos y viceversa, emigró a los Unites por un concurso de visas, y quién lo había puesto si ni con pasaporte contaba, ni siquiera él lo sabía, quizás es una de esas casualidades en la que dos personas se llaman exactamente igual, entonces, el mismo día de su entrevista de trabajo, en donde las entrevistas de trabajo para limpiadores de baños son solamente un hola y chau, o quizás también un hola y ¿cuando comienzas?, entonces no fue un contratado, sino fue un visado y dónde está el pasaporte, nada que en Azangaro no se pueda hacer, una cosa llevó a otra y el tipo se encontro en la misma chamba pero ahora en WE ARE AMERICAN PEOPLE, aunque la mona se vista de seda señores y todos esos clasismos limeños típicos de virreinato, si se pudiese aplicar en este caso, siempre hay una duda en todo caso, limpiando baños de un gimnasio de boxeadores, de ahí nació su idea, quizás de ahí, es lo que se dice, al ver tantos golpes, además de haber practicado un poco de ese deporte salvaje por su indiscutible amistad con el dueño del local, un ex-boxeador retirado de quien nadie sabe el nombre, el cual le enseñó el arte del esquive y los ganchos diestros, ahí pues, comenzó con el absurdo de su tesis y pasó así toda su vida dedicado a demostrar una sola cosa que según él cambiaría el mundo de una vez por todas: ¡El dolor está en la mente! Dos años después, el ilegalmente establecido Fernando Federico Sanchez Almíbar se había convertido en Fernando Faith, el hombre que cree en los milagros del poder de la mente, con casa en Malibú y Mercedes Benz en el garage, ¡si serán estúpidos en el país de la libertad!, y antes de que el hígado le explote a Paco, era mejor recordar el porqué de su repentina parada en ese preciso lugar, pisando la cola del mono rojo o será una de sus patas, en fin, habría que quedarse, puesto que fernando Faith para demostrar que no desperdició su vida en vano habría de aventarse hasta tocar costa verde sin sufrir daño alguno, porque como todos los buenos lectores de Fernando Faith sabrán, el dolor está en la mente. ¿Cuánto serán?, ¿200 metros incolume?, pero si este tipo habría de estar loco, más aun, habrían de estarlo la gente, un sadismo innato del que ni cuenta se dan, estaban en un espectáculo suicida, les faltaba la canchita y todo, pero no, porque como arduos conocedores del arte de la valentía y la divinización de las conecciones cuerpo-cerebro, cerebro-ambiente, sabrán y una vez más: el dolor... Miles de años de filosofía a la mierda y todo para parir un tipo que se tira a la costa verde, cero dialéctica, donde los Platones y los Aristoteles del hoy son nada más que reverendos estúpidos, propio la mierda de la mierda de Nerones y Hefestos, si se entiende la mediocridad del asunto. Algo había que hacer, si estos escasos que llegan a las cuatro cifras en cantidad no actúan, tendré que actuar yo, una vez más como en toda mi vida, esto solo me sucede a mí, penso Paco, y ya estaba a punto de vomitar porque su estómago, ciertas cosas las resiente, como en aquella vez en donde la dulce y hermosa Claudia, a la cual todos los chicos del barrio deseaban con gran entusiasmo, hizo un discurso en plena cita sobre los tipos de cholos que hay, hasta ahí estuvo normal después de todo, en el Perú el choleo es una constante y extensa costumbre y labor que se tiene que cumplir cual tazación del día a día, sin embargo, cuando Claudia estaba ya por pasar de los incanizados a los serranos agringados, difiriendo claro a los indianizados de los primeros ya mencionados, a Paco no le quedó más que vomitar, y nunca estuvo con Claudia, pero cuantas veces le deseó un cerebro nuevo para navidad. Así pues estaba Paco, preparado a detener cualquier intento de suicidio, así se tenga que pelear con los fans, que más que fans eran desquiciados. Debía detener esa masacre, apesar de todo lo que piense en el instante y de la envidia y de lo que Mallarmé dijiese en algún discurso cuando más joven que él, en el fondo Paco era una persona justa, con la moral distorsionada después de tanto Nietzsche, pero lo que le quedaba y que había resulto en el instante era que dejar que una persona muera estaba decisivamente MAL.
Por lo que había escuchado Paco, ya eran quince minutos en los que Fernando Faith había estado inmóvil observando posiblemente un ángulo viable por el cual caer, puesto que no solo es cuestión de pensar en la incolumidad con toda la concentración requerida, sino también son una serie de rituales orientales, evolucionados con el tiempo, el chi y entre otras cosas, buscar y conocer la forma correcta de como caer y en dónde caer, sea como sea a Paco le seguía pareciendo un acto sino de masoquismo extremo o de ritual infernal, de mera estupidez. No pasó casi nada de tiempo y casi sin que Paco se diese cuenta, ya estaban los medios entrevistando a la damita de su lado, ahora pues a evitar cualquier entrevista que él, de Fernando Faith sabía poco y no quería quedar en ridículo, pero bueno no era un pecado, puesto que ni a Bayli ni a Ortiz los había leído un gran qué, y a Vargas Llosa, obvio que lo pasaba, por las obras antes del nobel claro y por el boom y de ahí nadie más contemporáneamente y peruanamente hablando. Entonces mientras intentaba escapar escabulléndose entre la gente, se escuchó a través de parlantes que Paco nunca había percibido, la voz del gran, el inigualable, el amante de las cadenas fisio-mentales, Fernando Faith, aunque Paco no estaba seguro, era facil imaginarse, deducir el micrófono diminuto y sus ganas de ser más famoso de lo que en verdad ya es, típico de los perdedores, pensó. ¡Buenos días, mi gente!, tomándo posesión desde el inicio, este tipo debe ser más ego-tonto de lo que creí, pensaba Paco, todos estamos aquí para algo, proseguía Fernando, me lanzaré para demostrarles el poder de la fe en los sentidos, que aburrido, pensaba Paco, pero fernando no le dejó tiempo alguno para reaccionar, puesto que se aventó en cuanto dijo esa última frase, nada típico de un creído, pensó Paco que ni tuvo momento para detener al idiota, con una cara de impresión, volviéndose a cada milisegundo más blanco porque a cada milisegundo se iba dando más cuenta de lo que acababa de pasar, entonces a un nivel demasiado extendido de estupefacción dio un suspiro grande y corrió hacia el precipicio, cosa que hicieron todos los dementes detrás de él, que irónico, como comandando la manada que posiblemente representaba lo que más habría de odiar, al menos no tardaron mucho para arrivar, todo eso se estaba volviendo una tortura, más tardaron al intentar diferir si solo era un cadaver ensangrentado en el suelo o era Fernando Faith, el inigualable suicida nunca antes visto en acción.
